Bolivia cierra una semana en la que el gobierno de Luis Arce Catacora reconoció por primera vez que no puede hacer frente a la demanda de combustibles, atribuyendo esta situación a la falta de dólares para la importación, cuyas consecuencias ya se empiezan a sentir en los bolsillos de la población y en las operaciones de diferentes sectores que han sacado a relucir los problemas que atraviesan debido a este escenario.
Las alarmas saltaron el lunes, cuando el ministro de Hidrocarburos, Alejandro Gallardo, y el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Armin Dorgathen, cambiaron el matiz del discurso estatal en torno al abastecimiento, cuyas falencias ya venían siendo advertidas por sectores como el transporte urbano y el pesado, así como también el agro cruceño que ya empezó la cosecha de granos estratégicos.
Una vez que se reconoció el contexto que atraviesa el país, las filas no cesaron y la situación trajo consigo un escenario de intranquilidad que fue puesto en manifiesto por parte de diferentes sectores del aparato productivo nacional, quienes empezaron a advertir dificultades para trasladar su producción a industrias o centros de consumo, como es el caso de los productores de los Valles cruceños.
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